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De urna en urna por Rafa de la Cruz

Han pasado más de cuarenta años desde aquel quince de junio de mil novecientos  setenta y siete, un soleado miércoles en el que los españoles acudieron masivamente a votar para elegir por primera vez, tras décadas de régimen de Franco, a sus representantes en el Senado y en el Congreso de los Diputados. 


Poco tiene que ver una jornada electoral de hoy en día con aquella de finales de los setenta. Ni las colas para votar son las mismas, ni desgraciadamente la ilusión con la que se acude a las urnas es de igual intensidad. Cómo en casi todo en la vida, se deja de valorar lo que se tiene de forma habitual y cotidiana. 
Todo a cambiado mucho desde entonces y si comparamos el aspecto e imagen de aquellas Cortes Generales con las que acaban de disolverse parece que pertenecen a realidades absolutamente diferentes. Nos sorprende ver ahora cómo antaño se fumaba ¡y de qué manera! en los pasillos e interior del hemiciclo o cómo, desgraciadamente, sólo fueron elegidas un seis por ciento de mujeres diputadas frente al cuarenta por ciento actual. Esos dos son cambios positivos en la evolución de una nación, especialmente, claro está, el de la imprescindible presencia de la mujer en la vida pública, pero hay otros que no lo son tanto. 
No pido yo que nuestros representantes, mujeres u hombres, vistan con la formal adustez de la década de los setenta pero que tampoco lo hagan con el descuido y falta de oportunidad con la que en algunos casos se viste en la actualidad. Para mi, quién acude al Congreso o al Senado representando a sus conciudadanos, debe externamente mostrar respeto a la función que ocupa y no presentarse en su escaño cómo el que va a practicar senderismo o a tomar el apetitivo en un chiringuito playero. 
Bien está que las formas se relajen un poco, pero sobre todo en él ámbito de lo público, el protocolo, las normas de urbanidad y de buen gusto, no son un accesorio bonito e inútil como un jarrón chino sobre un aparador, sino la expresión externa de que el lugar y la labor que se realiza en nombre de los españoles tiene una importancia y transcendencia que merecen ser distinguidas de lo cotidiano, de lo privado o de lo trivial. 
Nos esperan tiempos de elecciones y desde "SIBARITA" animo a los lectores a recuperar el espíritu del 77 y acudir a las urnas sintiendo la importancia de sabernos dueños de nuestros destinos y libertades. La política es demasiado importante para cederla a ojos ciegas a los políticos. Ser parte del Pueblo español es una de las cosas más "sibaritas" que existen. 

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