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"Como un pardillo"


COMO UN PARDILLO 

 
Como un pardillo, me guardo en un bolsillo, 
un helado de fresa y azafrán. 
Tengo cuidado, que todos los de al lado, 
no vean mis intenciones, si me quieren robar. 

Mirando al cielo, me deslumbra el anhelo 
de las pasiones que no supe atracar; 
bajo la vista, y me pierdo en el suelo 
mirando mis pisadas, que se quedan atrás. 

Camino lento saltándome las sombras 
que sobre el hombro proyecta el vil metal, 
y me acurruco bajo alguna farola 
que, al no saber de horas, no se quiso apagar. 

Cruzo una calle y en la acera de enfrente 
hay tanta gente que no me deja entrar 
más que a empujones, como ovejas sin dientes 
que enseñan las encías para desafiar, 
al mundo hostil que viaja en parapente 
y para de repente, pero sin repostar. 

La ciudad se ha convertido en un castillo, 
con puertas, cerradas de par en par; 
a los curas les mean los monaguillos, 
trastadas de chiquillos aún por domesticar. 

La virgen se cansó de que la lleven, 
en volandas, en cada procesión, 
ha bajado a comprarse un abono 
para viajar todo el año en avión, 
en clase víp, que para eso es la madre, 
del que todo lo puede y le llaman Señor. 

El arca de Noé, entre los icebergs, 
no puede abrirse paso hacia la evolución, 
los animales se están amotinando, 
ya no se leen los bandos ni creen en el patrón; 
los mapas se rompieron y manda la deriva 
desde abajo hasta arriba, de babor a estribor. 

Perdidos en la historia interminable, 
nadie les echa un cable que les saque de allí; 
ni siquiera el satélite de turno 
el que vigila el mundo 
de uno al otro confín. 

Y en el tablero de este quiero y no puedo 
se mueven reyes, reinas, torres y alfil, 
mientras que los caballos galopan desbocados 
pisoteando peones, perros sin pedigrí. 

Es la partida que no tiene retorno 
las reglas en el horno se queman sin piedad, 
un sálvese quien pueda, 
un, yó llegué el primero, 
el que lleva sombrero no se lo quitará, 
ni en las iglesias, ni en los velatorios, 
ni comiendo ni para saludar. 

La educación esta maleducada, 
el respeto no se hace respetar, 
y la vergüenza se encuentra acojonada 
porque la desvergüenza puede mas. 

La sociedad no tiene saciedad 
se come todo, aunque esté en mal estado, 
a lo redondo lo vuelve cuadrado 
y en todas las esquinas hay putas sin pagar. 

Pero cuidado con barrer los rincones 
los corazones no se deben limpiar, 
la sangre sucia por las habitaciones 
se seca a borbotones cuajándose en maldad. 

Maldito sea el eco que no suena 
y que apaga las voces que gritan libertad, 
malditos sean los ojos que se cierran 
para tapar el iris que ve la realidad, 
malditas las orejas taponadas 
con la cera de abejas de cristal 
malditas las narices que sin mocos 
huelen de cerca poco, y de lejos fatal. 

Maldita la balanza estropeada 
que pesa nuestro paso por la vida, 
maldita la justicia injusticiada, 
maldita la medida desmedida. 

A mí, que me enseñaron de chiquillo, 
que solo con sudor se gana el pan; 
como un pardillo descubro en el bolsillo 
mi helado derretido de fresa y azafrán. 
 
 
(L.Rivera) 
  

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