Entrevista a Pedro Tenorio que nos presenta su último libro "La piel del agua"
Hace solo unos días que ha salido de la imprenta La
piel del agua, el último
libro de poemas de Pedro Tenorio
(Ed. Cuadernos del Laberinto), que será presentado por el poeta Antonio del Camino el próximo 8 de
febrero en la Biblioteca José Hierro.
—¿Cómo definiría este
libro que ahora nos ofrece, “La piel del agua?
Es una historia de amor vivida en tres momentos. De las tres
partes que forman el libro, la primera es “Clamores”, y se sitúa en una mítica
sala de Jazz de la noche madrileña. Se trata de un aquí y un ahora muy próximos a nosotros. La pareja amorosa son un
Adán y una Eva contemporáneos, expulsados del paraíso y refugiados en la música
y la danza que ella protagoniza. Este tema ya lo había tratado, aunque de
manera intemporal, en mi anterior poemario, A
este lado del Evila.
La parte central del libro, “La espalda del Agua” la forman
cinco epígrafes que tienen en común una poesía carnal y erótica, utópica y
atemporal. Son momentos y situaciones de encuentros gozosos. Nada está
prohibido, pero nada se hace explícito. En total son cinco partes que comienzan
con la “Albada” y que concluyen con unos “Ángeles de alas negras”.
Por fin, en la última parte, “Los aljibes y las rosas”, la pareja encuentra el sosiego del amor en el
prado, en la jubilosa y dorada mediocridad que es la cotidiana sorpresa de
vivir abrazados.
¿Cómo se relaciona
este libro con el conjunto de su poesía? ¿Es un paso más en su evolución?
Por lo que respecta a mi poesía
anterior, he de decir que he pretendido no repetirme. El primer libro, Muertos para una exposición, accésit del
Premio Internacional Rafael Morales, habla de la pintura, de las naturalezas
muertas, de paisajes urbanos, de las metamorfosis de las cosas y de figuras
geométricas. Los castigos y las
hostilidades son poemas que denuncian las atrocidades de las guerras y de
los éxodos forzados por el hambre o el fanatismo. La luz se calla es una extensa elegía motivada por la muerte
tremenda de mi único hijo. Y A este lado
del Evila habla de una pareja recién expulsada del paraíso terrenal. Esa
misma pareja, pero en un ambiente
urbano, es la que volvemos a encontrar en la primera parte de este poemario, La piel del agua.
—El eje central de “La
piel del agua” es el amor y el erotismo. ¿Cómo logra ser original en un tema
tan tratado en la literatura?
Creo que la originalidad en la literatura no consiste tanto
en los temas que trata, que en definitiva no pasan cuatro o cinco, como en la
manera de tratar esos temas. El amor, el paso del tiempo, el ensimismamiento
ante la belleza de una pintura , el vértigo de la muerte o el dolor por la
impiedad de la naturaleza humana han sido siempre motivos poéticos. Del amor
han hablado todos los poetas de todos los tiempos y de todas las culturas. Y
efectivamente, el reto está en conseguir que aún parezca algo nuevo, algo no
dicho todavía o dicho de otra manera. Y que el resultado siga siendo poético.
—Ya en el prólogo,
Antonio del Camino, hace referencia a la importancia de la rima y la métrica en
la poesía, de cómo el ritmo interior del poema es fundamental para lograr la
sonoridad. Sin embargo, en la poesía contemporánea pocos escritores se toman
esto en serio. ¿A qué es debido, será porque no saben métrica o es que la
poesía ha quedado reducida a un chascarrillo o a un mensaje para Twitter?
Es que Antonio del Camino domina todas las combinaciones de
la métrica, escribe con soltura y
perfección cualquier estrofa y,
de manera muy brillante, los sonetos. Respecto a la importancia de la rima
tengo que decir que yo me muevo más a gusto por los versos blancos, eso sí,
bien medidos y acentuados armónicamente. Dejó dicho Dámaso Alonso que el
endecasílabo es “un violín de musical madera conmovida”. Este es el ritmo
interior del poema que Antonio del Camino considera fundamental para lograr la
sonoridad.
Por otro lado no estoy completamente de acuerdo en considerar
que la mayoría de los jóvenes escritores desdeñan la métrica. Hay algunos como
Luis Ramiro, Marwan o El funambulista que son capaces de atraer a muchachos y,
sobre todo muchachas, que se saben de memoria sus sonetos y las letras de sus
canciones.
Y sin ir más lejos, en esta revista tenemos los romances con
que nos obsequia Landy, que nunca riman
en cinco.
Pero también es cierto que abundan los poetas que, no es que
renieguen de la métrica, sino que nunca han alcanzado un cierto ritmo, quizás
deliberadamente.
—Es usted profesor de literatura, ¿qué consejo da a los jóvenes que
comienzan a escribir?
Que lean mucho. Si quieren ser poetas, que lean a muchos
poetas. Y que comiencen imitando a sus modelos preferidos. Y que cada día
escriban algo más y que no lo rompan hasta que comprueben que eso que ahora,
pasadas unas semanas, les parece deplorable, es porque ya han alcanzado una
capacidad crítica y un estilo propio del que se sienten satisfechos. Y a partir
de ahí que sigan escribiendo hasta que, pasados ya unos meses, al releer lo
guardado, le den el visto bueno. Y que cuando vean publicado su primer libro,
empiecen el segundo con las mismas dudas.
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